En Sudamérica, los ríos marcan el ritmo de la vida. En sus aguas se refleja el estado real de los ecosistemas y el futuro de miles de comunidades que dependen de ellos. Entre esos flujos, los delfines de río se han convertido en indicadores clave: su presencia, su salud y su comportamiento cuentan una historia que no siempre vemos, pero que importa. Durante el Mes de los Delfines de Río, ese mensaje cobró fuerza mientras los países de la Iniciativa Sudamericana de Delfines de Río (SARDI) unieron esfuerzos para mostrar por qué proteger a estas especies significa proteger los ríos que sostienen al continente.
La directora de WWF Colombia recordó que “la conservación de los delfines de río no entiende de fronteras. Solo con acciones regionales, basadas en la ciencia, la participación comunitaria y la colaboración entre gobiernos, podremos asegurar el futuro de nuestros ríos y de las comunidades que dependen de ellos”. Su mensaje sintetiza el espíritu de SARDI: una agenda conjunta que trasciende límites políticos para fortalecer la gobernanza del agua en Sudamérica.
Sudamérica celebra el Mes de los Delfines de Río reforzando su compromiso con la conservación del agua dulce
A lo largo del continente, las iniciativas desarrolladas durante el mes de los delfines de río mostraron cómo cada país aporta, desde su propia realidad, a un mismo propósito regional: proteger a los delfines de río y los ecosistemas de agua dulce que sostienen su vida.
En Bolivia, se dio el anuncio histórico de la Ley Departamental de Protección del Delfín de Río marcó un antes y un después. No fue solo una declaratoria: fue el fruto de años de articulación entre organizaciones, comunidades indígenas, jóvenes monitores y autoridades locales que entienden que sin bufeos no hay futuro para los ríos.
Más hacia el Caribe, Venezuela se sumó con una apuesta pedagógica: el lanzamiento de la cartilla infantil “¿Quieres ser mi voz?”, una publicación diseñada para acercar a niñas y niños a las voces de las toninas y fomentar, desde la infancia, el respeto hacia estas carismáticas especies.
Más al norte, en Brasil, las alianzas con instituciones académicas avanzaron en la integración de datos científicos que permiten comprender mejor las amenazas como la pesca incidental y la contaminación, aportando mayor precisión al monitoreo poblacional.
Siguiendo el cauce hacia el Pacífico, Ecuador centró sus esfuerzos en la investigación aplicada, la capacitación de autoridades locales y las acciones de restauración en hábitats críticos del delfín rosado, esenciales para garantizar su supervivencia.
En paralelo, en Perú la celebración fue comunitaria y festiva. Pasacalles, disfraces y arte convirtieron a Iquitos en un recordatorio vivo de que la conservación también nace del orgullo cultural y la alegría colectiva.
Colombia: ciencia, salud de los ríos y un llamado a la acción

Colombia aportó ciencia participativa, monitoreo territorial y un encuentro nacional que reunió a expertos, autoridades y líderes comunitarios: “Delfines de río: Voces de la Amazonía y Orinoquía”, un espacio liderado por la Fundación Omacha en alianza con WWF.
Allí se compartió un hallazgo preocupante: altos niveles de mercurio en delfines de río, una señal directa del deterioro de los ríos y de los riesgos que enfrentan también las comunidades humanas. Nuevas investigaciones revelaron, además, la presencia de bacterias resistentes a antibióticos en individuos del Amazonas, evidencia de cómo las actividades humanas dejan huellas profundas incluso en las especies más esquivas.
Para el científico Fernando Trujillo, la relación es innegable: “Cuando el río está enfermo, los animales del río también y nosotros también. Allí hay una conexión muy importante”. Una conexión que refleja la salud del ecosistema y de quienes dependen de él, y que alerta sobre la necesidad de mitigar las amenazas que afectan tanto a la fauna como a las comunidades humanas.
La médica veterinaria María Jimena Valderrama, de la Fundación Omacha, lo refuerza: “Lo que está sucediendo con los delfines también está sucediendo con los seres humanos que viven en estos territorios. No es un problema sectorial; esto afecta a todos los seres vivos que habitan la Amazonia y la Orinoquia”.
Cuando las fronteras se disuelven
El hilo conductor de todas estas iniciativas fue claro: la conservación solo funciona cuando fluye como los ríos. Sin interrupciones. Sin fronteras. Sin esfuerzos aislados.
Sudamérica demostró que es posible construir una agenda conjunta, donde la ciencia se combina con la cultura, la legislación con la participación comunitaria y la tecnología con el conocimiento ancestral. SARDI ya no es solo una iniciativa: es un movimiento que articula países enteros alrededor de un compromiso común.
Y ese compromiso es simple pero profundo: garantizar que los delfines sigan respirando en la superficie para que los ríos sigan respirando para todos.
Este mes no fue un cierre, sino una apertura. Un recordatorio de que los delfines de río están contando la historia de nuestros ecosistemas… pero también están esperando que los seres humanos escriban el próximo capítulo.
Un continente entero ya empezó a hacerlo. Ahora la invitación es que más manos, instituciones y comunidades se unan para que los ríos —y quienes los habitan— sigan vivos.